martes, 12 de junio de 2012

Outside Lands


Un festival de música independiente en Golden Gate Park. Campos abiertos, hippies, proto hippies, hipsters de gafas obscuras y gorros de peluche y el chico de pantaloneta verde limón fosforecente, banderas y flores y al atardecer Arcade Fire…



Estoy en el otro lado de la cerca, jóvenes como squatters rondando y los polícias a caballo están al acecho.
Conozco a Garret trepado en un árbol, desde ahí la vista a uno de los escenarios. Lo acompaño, compartimos, convivimos. Conozco a sus amigos, todos tomamos soda con alcohol mientras ideamos la estrategia para entrar ilegal.


Salimos a la marcha. Mientras caminamos Garret les decía a los muchachos en fila “hi5”, intentando chocar las palmas. La reacción generalizada era desconfianza, algunos pocos le daban el “hi5”. Esa experiencia de super ola californiana, arena y sol y buena onda nada que ver con la perra realidad entre los jóvenes neoliberales de flores y morrales. Un hielo en pleno sol de verano.


Nos unimos a una turba de descontentos que aumentaba hasta que se arremete contra la maya y como turba, manada o estampida, cruzan al otro lado. Entramos, los policías atrapan a unos cuantos y los demás nos dispersamos.


Ahora me encuentro solo y observante entre la multitud. Es interesante como se comportan. Los hombres blancos mueven la cabeza pero no se menean, respetan el espacio personal, no empujan, no gozan, ni gritan, son muy educados y quietos, hasta aburridos. ¿Dónde está la vida? Que jóvenes más adultos y domesticados.

Quise hacer un experimento y me puse a brincar y bailar la música, quise hacerme electricidad.  Despertando a los zombis de mi alrededor y creando otra sinergia y relación. Funcionó.

Es de noche, hay largas filas en las calles de jóvenes buscando transporte de regreso. Luego de una larga marcha tomo un bus en dirección al centro. Hay un joven blanco y borracho que intenta comunicarse con el chofer del bus que es salvadoreño, quiere bajar en Leavenworth o Ofarrel pero no se entienden. El muchacho se molesta y se queja con otras chicas blancas del servicio tomado por los migrantes y me dice “estamos aquí” y se baja indignado.

Las casas victorianas, los ciclistas, la neblina y en mi cabeza la canción Haiti de Arcade Fire.

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