miércoles, 4 de agosto de 2010
Miedo
lunes, 2 de agosto de 2010
un sueño mio...
El viajar me llama. Cada día me siento más raro. Es como estar en un punto de inflexión o cerca de él. Es un tiempo perdido. Entre un cambio y el otro. Talvez es el más importante.
Aquí en mi ciudad, ha llovido mucho, cenizas, agua, todo cae en pedazos, es un desastre, pero yo se que esto es limpieza pura, renovación. Es que he tenido un sueño, un sueño muy real con el deseo. Hace unos días soñé el deseo...Me vi y estaba vivo. Esta nota es la solo la idea de querer concretarlo. Es una afirmación. Es la idea de unir historias. Este blog es un hilo entre cuentos y verdades. Entre fronteras, cuerpos e ideas.
Imagino el norte, un mito, un algo morboso, un algo que también tiene sur. Veo fronteras, ciudades, carreteras, ideas, mapas, playas, cenotes azules, colores, luces, noches, días, caminos, música, ruinas, comida, poesía, destino, atardeceres, estrellas y todos los buenos ratos con los amigos. Me veo...
Me veo contemplando el mar en Bocas del Cielo, con la banda punketa, en San Cristóbal (la vibra positiva) protestando contra las corridas de toros, viviendo en un caracol zapatista aprendiendo a sembrar. Viajar por la noche de las ciudades de la frontera sur: Comitán, Tuxla, Villa Hermosa, Mérida, y Cancún. Ruinas en el Soconusco, Palenque y Quintana Roo. Las playas y manglares de Tabasco y Campeche.
Conocer a las Muxes de Juchitán y vivir desnudo en Zipolite y luego conocer Acapulco Cuerpo y Alma (jaja lo digo por la novela) . Volver al D.F y moverme en sus bajos mundos. Conocer "la Morelia real" con Ceniceros. Y llegar a Guadalajara y pecar. Bajar a Michoacán y vivir en playa con algun pescador. Y llegar a Mazatlan, Sinaloa !! y cruzar el Golfo de California nadando y llegar a La Paz y los Cabos.
Llegar a la Baja California y viajar en bicicleta de La Paz hasta Tijuana. Y poder contemplar el atardecer en Playas de Tijuana tomando Ballena Pacifico. Y por supuesto llegar a LA y conocer con Gabriel toda la escena artsy, hip, trendy indie y queer.
Viajar con Tijuano por todas las ciudades fronterizas del norte (San Diego, Mexicali, Vegas,Phoenix, Nogales, Juarez, Laredo, Albuquerque, Oklahoma, Forthworth, Dallas, Austin, Chorpus Christi, Matamoros, Reynosa). Y llegar a Monterrey y acampar en el cañon de la huasteca. Después bajar a Tampico y Veracruz...
En alguna parte del camino he perdido la cabeza.
Que destino nos permita encontrar, descubrir, ser: ligeros !!!
ALEJANDRO DE SAL
Desesperado decidí vender todas mis pertenencias: mi libro de Carlos Castañeda, mi Lonely Planet , toda mi ropa menos la que lleve puesta, mi reloj, las piedras que recogí en el camino, una gorra, gafas de sol, etc. Ya entrada la tarde tomo lo poco que me queda, mi mochila ahora es más holgada y me dirijo a la estación de bus. Los chilangos me acompañan. Llevo mi carné falsificado de
Amanece y llego a !Guadalajara, Guadalajara! De las pocas monedas que me sobran busco un café Internet en el centro. Escribo en mi muro de Facebook: “Broke but happy” para todos mis amigos. Envío un correo a mi madre, preguntándole por mis dos perros a quienes no he visto en dos meses. Mando saludos. Aprovecho la otra media hora para googlear como aprender a interpretar el futuro en una taza de café.
Así es como entro a un Sanborns, veo a un chico joven de oficina, como de 22 años, contemplando su taza de café. Mi víctima. Me acerco y le digo que yo leo su taza. No tenia idea de lo que estaba haciendo. Lo que no sabía es que mi predicción estaba por cumplirse. El me dice que quiere saber que va a pasar en las próximas horas. Volteo la taza colocándola boca abajo sobre un plato, espero cinco minutos y mientras tanto fijo mis ojos en los suyos. Curiosamente se formo una imagen fálica que indicaba pasión, lujuria y arrebato. El chico pago la cuenta, me tomo de la mano y me subió su pequeño carro escarabajo color plateado. Manejó apenas dos o tres cuadras ya que tan pronto encontramos el primer hotel de mala muerte nos bajamos con premura y entusiasmo, ambos admirados de nuestra propia valentía y espontaneidad.
El hotel por nombre “
Al final de cuentas no necesitábamos más que cuatro paredes ya que lo hicimos en el suelo. Su cuerpo extraño y nuevo contra el mío y el suelo frío y las ropas tiradas que hacían de nuestra escena un kaleidoscopio humano. Su tez blanca en contraste con mi piel trigueña. Si, me lo hizo con lentes y tampoco se quito los calcetines. Era un típico oficinista. Yo que no estoy acostumbrado a recibir un monster cocks lloraba, lloraba del placer, lloraba del dolor. Necesitaba gritar su nombre, pero no lo sabia. No quería preguntarle y arruinar el momento así que de la nada como por instinto salio de mi boca el nombre Alejandro. Lo repetía y repetía, no quería parar. Talvez era mi acento agudo por el dolor, pero creo que le excitaba que le llamara por ese nombre, Alejandro…
Se nos fue la tarde, teníamos sed, hambre, sueño por lo que decidimos salir a comer. El chico manejo hacia la avenida Chapultepec. Cuando por el entramos a Ambia, un veggie lounge bistro bar, me entere que ambos somos vegetarianos comprometidos por el amor a los animales. El era de pocas palabras. Pero después de semejante revolcada había ya en ambos cierta seguridad y confianza. Por esa noche fui su consentido, ordene todos los platillos que mi presupuesto jamás hubiera podido alcanzar. Toda la comida orgánica hecha con productos de cooperativas campesinas. Fue mucha comida, fue mucho placer, pero queríamos más. Otra vez corría en nosotros una electricidad. Me quería mover, bailar.
Él me llevó a
Para ese entonces, él ya sabia que yo era nómade, espontáneo y libre. También le conté algunas de mis aventuras en este viaje clandestino hacia ninguna parte. El estaba intrigado.
Uno de sus amigos, Meme, es un famoso diseñador post-pop avant-garde, que viste a las estrellas de MTVLA y TELEVISA. Como a las 3am, ya cerrando la discoteka, nos invitaron a un after en su depa, obvio. Ahí conocí a Ezequiel, un chico punk que de inmediato en mi vio la libertad. Me dijo viéndome a los ojos: cuidado. Me intrigue, quise platicarle. Ya en tachas, poppers, alcohol y cocaína, muy fácilmente me sale lo charlatán. Fue fácil entonces hablar con el de política, de cine, de viajes, de anarquía y de placer. Fue fácil entonces también escaparnos de la muchedumbre, encontrar un cuarto, desvestirnos y cogernos. Deseábamos satisfacernos, llenándonos de nuestras insatisfacciones. Nos mordimos, fue violento, me pego, no pude no callar. Copulamos como dos gatos, gemimos, protestamos. No habrá verdadera revolución sin una auténtica revolución sexual me decía mientras su sudor caía en mi pecho. Sexo político le hubiera llamado a tal acontecimiento.
Justo antes de que pudiéramos acabar, Anny, una de sus amigas abre la puerta. Nos cachan en infraganti. Afuera el ambiente tenso, el chico punk resultaba ser muy MUY amigo de Alejandro, el oficinista. Yo gitano-punk y migrante clandestino no tenía nada que ver ahí. Como Ezequiel no quería verse traicionando su lealtad hacia Alejandro y parecía como si estuviese enamorado de él también. Ezequiel, el mismo chico rebelde, punk y anarquista dice entonces que esta muy borracho y en el mismo segundo rompe el llanto y alega que yo lo quise violar. Entonces su amiga Anny, lesbiana, de baja estatura, emo y simpática, grita. Todos nos ven y se dan por entrados. Todos.
Alejandro llora desconsolado junto a Ezequiel, su amigo. Alguien llama a la policía, el sol esta por salir, sus amigos me arrojan cuadros, macetas, vasos. Siento mucha pena por el dueño del loft. A lo lejos veo una ventana. Escucho que ya vienen las sirenas. Sin papeles y clandestino. No quería ser deportado, no quería ser violado en un preventivo por dos carniceros y al mismo tiempo. Lo bueno es que de goma y borracho uno es mas aguado. Así fue como salte por la ventana desde un segundo piso y me fui corriendo de esa ciudad, sin ver atrás, como Lot, el elegido de Dios, huyendo de la castigada Sodoma y Gomorra.
Cuatro fantásticos activando sus poderes en Vallarta
Julio César Ceniceros
Nunca creí que podría sentirme tan seguro, conociendo México, mi país, de la mano de un extranjero. Sentados dentro de la lúgubre, mal decorada y mal pintada cantina “de mala muerte”, el guatemalteco, del que nos costó tanto trabajo ‘grabarnos’ el nombre, me miró atento.
Hubo cierta molestia mientras defendíamos a nuestro viejo y recién conocido amigo Copérnico de las manos vivaces y un tanto abusivas de quienes ya no sabíamos si eran niñas, o niños disfrazados de niñas.
Para Estuardo, al que en un principio llamábamos simplemente ‘el guatemalteco’, no pasó desapercibida mi actitud; mezcla de miedo, nerviosismo e incomodidad.
Tratando de calmar la tensión me dijo: “Este es el México que yo quería conocer, el real, el de la gente común”.
Su “percepción”, lejos de tranquilizarme me ofendió un poco. “Pues yo más bien creería que esto es minoría… esto no es México… yo tengo toda mi vida en este país y nunca había estado en un lugar así”, le respondí con evidente desdén.Pero parecía que nada, aún mi actitud cortante, era capaz de borrarle la sonrisa del rostro. Mis argumentos se terminaron cuando me di cuenta que conocía más lugares de mi propio país que yo que nunca he ido a Tijuana, por ejemplo, ¡mucho menos de mochilazo!
Me platicó de los sitios que había visitado días atrás, de los lugares conocidos y del ambiente, como el que estábamos viviendo, que impera en nuestra vida nocturna mexicana y que yo, 31 años después estaba conociendo.
Supe entonces también de su reducido presupuesto diario para comida, hospedaje y diversión… vaya manera de hacer rendir el dinero… ¡mira que este huerco en serio se había divertido!
Yo pagaba casi mil pesos por mi primera habitación de hotel y él, con tan solo 200 pesos se quedaba en un hostal que me llevó a conocer y que, sin exageraciones, era mucho más cómodo y limpio que mi hotelucho.
A él le debo que mis 3 días de vacaciones se convirtieran en más de una semana dándome la gran vida. De los cuatro amigos que, casualmente habíamos coincidido en la misma tarde, en la misma playa, yo era el único que se había aprendido su nombre. Mi técnica de memorización consistió en relacionarlo con el ratoncito de la película “Stuart”. “Es como Eduardo, pero con ‘Stuart’”, me plantee.
Su siguiente destino era conocer Guadalajara y luego del D.F. Quise entonces que conociera mi ciudad, Morelia… sabía que nadie más apreciaría la belleza del lugar donde vivo que tanto me enorgullece. Pero no era posible, su itinerario estaba perfectamente marcado y no había manera de modificarlo.
Se convirtió en riguroso gastarnos las tardes y las noches en la playa juntos: Estuardo, Copérnico, Rafa y yo, hablando de 957 mil millones de cosas, desde los temas más superfluos, como la trágica historia del clan Trevi-Andrade, hasta cuestiones filosóficas con enfoques personales que cada uno tenía de la vida.
Un par de días fueron suficientes para conocerlos más de lo debido. ¿Quién diría que es más fácil abrirte y ser tú mismo ante desconocidos que ante tu propia gente?
Amores frustrados como los de Rafa; la tenacidad, optimismo e indiscutible buena voluntad y corazonzote de Estuardo; el relax y despreocupación envidiable de Copérnico y bueno… la compañía indeseable de cierto costarricense que también pretendió unirse al club, pero que no tuvo cabida (hahahahaha, aunque nos entretuvo un rato con sus relatos de películas Gore).
Todos, tirados en la arena, disfrutando del sol, viendo el atardecer, deleitándonos con las estrellas de la noche y embelezándonos con el amanecer. Filosofando, fantaseando, riendo como locos y compartiendo en torno a un mismo tabaco y una misma caguama (ah, y turnándonos un mismo iPod)… ¿hay algo mejor en esta vida?
¿Por qué congeniamos?, no lo se. Fue de esas sorpresas agradables e inesperadas que te da la vida. Raro, sobre todo tratándose de personalidades tan diferentes: yo exhibicionista, sin pudor de mostrar mi malogrado bronceado; Estuardo con camisa siempre, siempre, siempre… le daba vergüenza que le “vieran su cuerpo tan flaco”, según sus propias palabras; Copérnico siempre con el pelo lleno de arena y Rafa con heridas sangrantes por todo el cuerpo, producto de una riña que no nos tocó ver.
No hubo mucha comida, pero la suficiente voluntad para que Estuardo cocinara y compartiera una pasta y, al otro día, sándwiches de jamón (de aguacate para Estuardo… súper austeros) con Coca Cola ‘al tiempo’.
Tampoco había tanta lana para tanto alcohol (cabrones borrachos), así que Copérnico era el experto en salir de los OXXO con botellas de ‘Bones’ escondidas bajo la ropa sin que nadie se diera cuenta… ¡ni nosotros mismos!
La primera vez que me pasó, recuerdo que regresamos a la playa y yo, con tono de “les traigo una primicia”, pretendí contarles que Coper se había robado una botella del OXXO. Pero apenas iniciaba yo, con ojos abiertotes y sonrisa de travesura con: “¿Qué creen que hizo Copérnico…?, cuando Estuardo me interrumpió “Ya… es la quinta que se roba”, me dijo arruinando mi divertida noticia sorpresa.
Quién sabe si nos volveremos a ver, pero sabemos que nos tenemos (al menos en el ‘feis’).
Ahora, hay un testimonio, además de los incontables recuerdos: este texto, que sirve para revivir la memoria y también como tributo a esos viejos amigos que acabo de conocer, con el mar como perfecto escenario.
¡Salud por eso!
L.A
I listen outside my window. An infrequent passing car. Screeches of racers. Barking. Leaves, confused by this new wind. I cannot hear the city's heartbeart. I can only hear my own. Or imagine my own. A beat within a beat. Blood in blood.
Scott Oshima
24 hours Tijuana
No he bajado de mi nube desde que llegué a
Tijuana...
Todo empieza por un eco, Tijuanaaaaaaa me quita el sueño, me llama. Quiero conocer esa mentira, quitarme las ganas se convierte en obseción. Voy a comprar un boleto.
Tome un avión de Oaxaca a Tijuana. Así fue como conocí mi ciuda, la que me supo hablar, la que me llamó. La ciudad imposible, la de las posibilidades infinitas. La ciudad de mis colores. Tiene todo lo bueno y todo lo malo. Fácil te pierde, fácil te engaña, fácil te enamora. Fácil, como una chica Almodovar.
Es que, Tijuana no se mide, no tiene parámetros más que los tuyos. Aquí se es o se puedes ser. Porque portarse mal está bien, demasiado bien. Tijuana es placer, es ese ser excéntrico, libre, promiscuo, puto y bien puto.
Tijuana es tan elástica como el deseo. Y como esa es su esencia, su economía y su naturaleza pasa de todo. Se extiende hasta donde tú quieras y te satisface. Se vive de acuerdo a ti y eso la hace diferente, única. . Esa ciudad trasciende los nuncas. Te puede llevar lejos, hasta donde puedas y quieras. Puede ser divertido o siniestro. Perseguir un sueño puede ser engañoso, morboso, emocionante. Depende de tu estrella y lo que tú deseas.
Es lo mismo con el mundo que en general no es un lugar seguro y Tijuana te pone todo mucho más a la mano. Hay un famoso dicho que dice de buenas intenciones está hecho el camino al infierno, ya lo creo. Un sueño convertido en pesadilla es cotidiano en Tijuana, algo que no me tocó vivir pero que se percibe. Tijuana es una ciudad de mucho tránsito y la experiencia con la ciudad depende mucho de quién eres, qué buscas, qué quieres, porqué llegaste aquí, a dónde vas y de dónde vienes. Diseccionarijuana la es disfrutable pero no es para todos. Imagino que muchas personas son engañadas en el intento de llegar a “la promesa” el otro lado del muro “el “sueño” y se quedan en el “lado b” otros les usan, son desechables. ASe puede disfrutar o se puede caer de ingenuo e inocente.
Eso me hace pensar en es como el mito del burro disfrazado de zebra con dos oficios (uno más oscuro que el otro). Tijuana ofrece todo lo que está prohibido en USA y compite con precios de tercer mundo. Ofrece morbo y diversión como la hay, de tantas formas. Medicina, cirugías, dentista, spa-masages, cuerpos, sexo, alcohol. Y que es todo eso sino cultura. Cultura viva.
Te puedes tomar la foto con el burro, comprar un poncho oaxaqueño y ponerte bien feliz consumiendo cerveza de a dólar, de paso comprar medicina sin prescripción en la última farmacia y cruzar todo eso, si lo sabes manejar. Si podes imaginar, sería fácil caer en su encantamiento, dejarte hechizar. Tijuana es un viaje astral. Se vive de noche y de día. No pude dormirla mas bien desperté dormido en sus hechizos. Traté de vivirla como un niño, maravillándome, viviendo como si fuera el último día y despertando como si fuera el primero. Tijuana ofrece todo eso, yo quería todo y me lancé.
Tijuana está en movimiento y mi versión, es solo una más, no es absoluta, espero no sea otro cliché, otra sentencia más sobre una ciudad exquisita y complicada.